DE PERSONAL TRAINER A AGRICULTOR






 

 

Ayer fue el Día del Agricultor en una circunstancia muy diferente. Atrás quedó la imagen del campesino tradicional dedicado a la azada y el arado para dar lugar también a jóvenes dinámicos que tuvieron que reinventarse con la pandemia.

 

Ángel Domingo Ayala Galeano (28) es un conocido atleta, deportista y entrenador en Caacupé. Es licenciado en Educación Física y propietario, hasta hace poco tiempo, de uno de los gimnasios más concurridos de la Villa Serrana. Tiene varios alumnos de atletismo en distintos puntos del país y el exterior, a quienes sigue enviando todos los días su rutina de entrenamiento en forma online. Sin embargo, con el inicio de la cuarentena sanitaria, que trajo aparejado el cierre de su rentable gym, tuvo que dar un giro radical a su vida para seguir ayudando en la manutención de su madre, Marcela Galeano vda. de Ayala, y dos hermanas menores, con quienes vive: Sara, de 13 años, y Danna, de 7. Con el cierre del local a causa de la cuarentena sanitaria, el joven atleta sin dudar dejó su zona de confort y volver a sus orígenes, dedicándose de lleno al negocio familiar: la horticultura. “Es una huerta familiar, donde hasta mis hermanitas ponen su grano de arena. ¡Todos nos ayudamos!”, aclara. Ataviado con un sombrero pirí, típico del campesino paraguayo, y con tapabocas, como signo de los nuevos tiempos, menciona que “antes del coronavirus trabajaba todos los días en el gym y ahora por culpa de las privaciones que tenemos me metí de lleno en la huerta”.

La jornada de Ángel se inicia a las 05:00, cuando prepara y envía la rutina de entrenamientos y clases a sus alumnos que se encuentran en diferentes puntos del país y del extranjero, en forma online. No solo es personal trainer, sino también trabaja como entrenador nivel uno de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), en inglés International Association of Athletics Federations. Luego de esta actividad pasa a los almácigos el resto del día. “Además, ahora salgo a vender día de por medio los verdeos, que ya están listos”, relata, y destaca que para no perder el ritmo físico, por las tardes entrena. “Me gusta correr, soy velocista, fui un referente nacional muy bueno”, añade con orgullo. Su padre, Blas Ayala, falleció en un trágico accidente hace dos años, y fue un golpe muy duro para la familia. Era un conocido horticultor de la zona con un predio de apenas una hectárea, ubicado en la Compañía Yhakã Ro’ysa, donde cultivaba verdes como lechuga, cebollita de hoja, perejil, espinaca, acelga, entre otros. En su mejor época llegó a proveer a grandes supermercados de Caacupé. FUENTE ABC COLOR








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