HOY SE CUMPLEN 45 AÑOS DE UNA TRAGEDIA QUE ENLUTÓ ENCARNACIÓN Y POSADAS.

Un 8 de enero de 1973, naufragaba la lancha de pasajeros «El Pirizal». La tragedia ocurrió pasada la medianoche en el canal de circulación del río Paraná frente al puerto de Posadas. La meteorología, aquella noche, no facilitó las tareas de rescate. Cielo cubierto, fuertes vientos y tormenta eléctrica. Producido el accidente se desencadenó el viento y el agua con un Paraná picado y altas olas.

La «Pirizal», de bandera paraguaya, transportaba desde Encarnación a quienes regresaban del casino encarnaceno. Era el primer viaje de esa noche. No todos los pasajeros regresaban del casino, muchos utilizaban la lancha para retornar a Posadas luego de visitar amigos, cenar en un restaurante de época o de un encuentro furtivo lejos de miradas curiosas. El trámite era simple, llenar la planilla de migraciones y el rol de embarque.

En el momento en que la «Pirizal» entraba al canal y a aguas argentinas, el viento levantó olas y el cielo se iluminó con relámpagos. En el puerto estaba amarrado un guardacostas y frente al edificio de los talleres de Prefectura, fondeada una lancha rápida. Desde distintos lugares de la ciudad, y de los pocos edificios altos se pudo ver en medio de la parafernalia de aquella medianoche la explosión en la embarcación. Sobre los ruidos de la tormenta se escuchaban los gritos y pedidos de auxilio.

El pánico siguió a la explosión. Los pasajeros se pusieron de pie tratando de ganar las dos salidas e hicieron peligrar la estabilidad de la embarcación. Los que sabían nadar se arrojaron al agua levantando o rompiendo vidrios de las ventanillas. Aquellos que ni sabían flotar o fueron presas del miedo, se aferraron a algún objeto de la embarcación, Otros disputaron algún salvavidas. La lancha, a la deriva, dejó el canal y empujada por el viento y el oleaje encalló en un banco de arena, 40 minutos después de la explosión.

La lancha rápida de Prefectura, por su poco calado, fue la primera en auxiliar a los náufragos. El cabo 1º PNA Raúl Armando Rivero (Bocanegra) junto al marinero Vallejos, asegurados con cuerdas a su embarcación arrojaron al agua salvavidas con largos cabos tratando de rescatar el mayor número de víctimas haciendo que se tomaran de las cuerdas. Sobrecargados navegaban hasta el cercano embarcadero del puerto o trasbordar al guardacostas.

Aquellos que no sabían nadar o que quedaron agarrados a los costados o sobre los restos de la estructura de la embarcación fueron rescatados sanos. La fuerte corriente arrastró a los náufragos, aguas abajo hacia las islas Tataindy y del Medio y no fueron pocos los cuerpos localizados en Ombú, Santa María o Apipe.

Por la mañana al rescate se sumaron 26 embarcaciones privadas, tres de Prefectura Argentina, una lancha de pasajeros del servicio interpuertos, una patrullera de la Base Naval de Encarnación y el helicóptero de la Dirección de Aeronáutica Provincial con Juan César Maluff en su comando. La Prefectura de Posadas confeccionó las listas de sobrevivientes, desaparecidos y muertos confirmados, sobre el rol de embarque del Jefe de la Base Naval Encarnación Capitán Zamudio. A la tarde de aquel día el informe de Prefectura registraba 12 muertos identificados y 6 sin datos, 27 desaparecidos y 5 dudosos.

Fuente: Andrés Morel.



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