DETALLES DEL ASESINATO AL ENTONCES INTENDENTE DE ENCARANCIÓN, DOMINGO ROBLEDO. 



El historiador Julio Sotelo brinda detalles sobre la instauración del Día del Munícipe Paraguayo y detalla la historia del Intendente asesinado Domingo Robledo. 

FOTO GENTILEZA

Este último fue quien formó barrios con los migrantes e inmigrantes, creó el IPVU, empedró y asfaltó calles, construyó puentes, autorizó la ocupación de terrenos de Barthe y Lataza, comenzó el proyecto de construcción de la terminal de ómnibus, instalación de agua potable con CORPOSANA, etc. 

En su memoria se celebra el Día del Munícipe desde 1973 y fue inaugurada en Encarnación una de las más modernas terminales de ómnibus del país, ideada por él y construida por el Arquitecto Jose Marcial Caballero, intendente municipal de entonces.

Este Intendente fue quien trajo la primera usina eléctrica en la ciudad. El mismo llevaba 14 años en el cargo cuando fue asesinado.

A continuación el relato sobre el asesinato, posibles causas y derivaciones del libro 22 de Septiembre FBC, un siglo en la historia – Páginas 983, 984, 985 y 986 con imágenes del archivo de Julio Sotelo. La historia de la manera en la que falleció un Intendente de Encarnación:

El hecho ocurrió un día  lunes, alrededor de las 09:00 de la mañana en la esquina de Ruta Nº 1, Boulevard del Carmen (Rodríguez de Francia) y Boulevard Concepción (hoy Av. Bernardino Caballero). Minutos después, el autor del crimen se suicidó, clavándose en el pecho varias puñaladas. Los protagonistas principales de este trágico hecho fueron dos amigos, vecinos en la niñez y correligionarios en la política: Domingo Robledo (Sombrero Hú) y Herminio Palacios, jefe de correos.

Domingo Robledo Valenzuela, el modesto hijo de este terruño, tenía una peculiar personalidad: Prepotente, ignorante y borracho para unos, y para otros el personaje paternal, bondadoso, que entregaba lotes municipales a los más pobres. La clase humilde,  los más necesitados de Encarnación, encontraron siempre sus manos abiertas para la ayuda generosa, el alivio reconfortante. 

Tuvo de la amistad el concepto elevado de prodigarse por entero a sus amigos, con lealtad ejemplar. Como político ocupó el cargo de concejal municipal por 10 años y luego intendente municipal nombrado por el Ejecutivo. Asumió el jueves 9 de octubre de 1958, reemplazando a Rogelio Ocampos Godoy. Había nacido el 20 de diciembre de 1911. Contrajo matrimonio el 19 de diciembre 1942 y murió asesinado el 18 de diciembre de 1972.

Aquel lunes 18 de diciembre, los habitantes de Encarnación amanecieron, con la normalidad de siempre. En la Villa  Baja – zona del puerto – el bullicio de las paseras, los carretilleros y las chiperas. Para las 04:00 de la mañana ya estaban preparándose para cruzar al otro lado de la orilla. Un marinero entraba en su puesto de guardia de centinela en el muelle, los lancheros atracando sus embarcaciones, cada cual queriendo ser el primero en partir rumbo a Posadas. A través de ZP 5, Radio Encarnación, Dionicio Cáceres en su programa Koetí anunciaba a los oyentes que ya estaba amaneciendo.

En el lugar donde termina la calle Dr. J. L. Mallorquín y comienza la Fulgencio Yegros y Costanera, se veía el incesante movimiento de cientos de mujeres de barrios que se preparaban para abordar las lanchas y llegar a Posadas. Las que venían de Itacuá e Independencia, llegaban cargadas de choclos, poroto peky y otros frutos de la tierra que “mezclaban” con cigarrillos y botellas de whikies, mercaderías que las  ensillaban, haciendo con sus compañeras el tradicional ñe mendá. Método de valerse entre sí para despistar a los aduaneros argentinos. Como era diciembre, el olor a sandías, melones, piñas y mangos invadía los alrededores, anunciando que apenas faltaban 7 días para la llegada de la Navidad.

El día anterior, en la mañana del domingo, los fieles del barrio Loma Clavel, rezaron en un lugar de la Basílica San Roque ante el pesebre del Niños Jesús, pidiéndole abundancia y buena salud para sus hijos y seres queridos, entre ellos, Herminio Palacios, parroquiano del lugar. 

En hora de la tarde, don Domingo Robledo, fue al estadio de Villa Alegre, donde participó y disfrutó de un nuevo triunfo de su querido club 22 de Septiembre que logró el cuarto título de campeón en forma consecutiva, que el intendente y presidente de la entidad decana lo celebró y disfrutó como nunca en compañía de los jugadores y dirigentes del decano, finalizando la jornada como cualquier día de su vida.

La mañana del lunes, Sombrero Hú, como siempre, tomó su auto, ordenó a Pelé, su secretario, dirigirse hasta el puerto para hacer su recorrido habitual y, de paso, quedarse un rato en el “Bar El Gaucho” a desayunar unas deliciosas empanadas mientras un lustrabotas, le dejaba brillosos sus zapatos. Habrá sido alrededor de la 08:00 que Robledo llegó a su despacho de la intendencia, ordenó algunas tareas y dejó la oficina. Le dijo a su secretario y chofer que se quedara en la municipalidad porque su vehículo va a manejar él.

Entretanto, Herminio Palacios, tomó su camioneta y se dirigió hasta la Villa Alta, para realizar algunas compras de mercaderías del local comercial de un pariente situado en la Av. Caballero. Tenía un negocio en la Villa Baja, vendía cigarrillos, whiskies, etc. Era compadre de Domingo Robledo y miembro de la seccional colorada, cargo que entró a ocupar gracias al intendente.

Mientras conversaba animadamente con su allegado, miró la calle, vio el vehículo del intendente que tomaba rumbo hacía la Ruta Nº 1, reaccionó – en un incomprensible impulso -, tomó un cuchillo “Tramontina” que estaba sobre el mostrador y como una luz subió a su vehículo y comenzó la persecución. Antes de que el jefe comunal llegara a la intersección de la ruta ya le estaba chocando al auto del intendente. Al llegar al lugar, le tiró a una cuneta, se bajó de su camioneta y fue directamente al auto donde estaba Robledo, ahí lo apuñaló varias veces. Después, Palacios se hirió con la misma arma. A los dos lo llevaron a un sanatorio en donde se constató que ambos estaban muertos y se desató la peor tragedia que vivió la ciudad de Encarnación.

En los meses previos a este luctuoso hecho, la hegemonía stronista ya estaba en pleno apogeo y los dirigentes colorados se enfrascaban en grandes enfrentamientos – era una época fea – según manifestaciones de algunos que vivieron ese tiempo. 

El partido colorado estaba dividido en facciones. Una de ellas respondía a Vicente Antonio Matiauda, tío de Stroessner, eran unos siete dirigentes más o menos. Por otro lado, los que componían la seccional colorada, unas 14 personas, entre ellos Domingo Robledo, vicepresidente, y amigo del general presidente. Otra facción de este partido, comandaba el Delegado de Gobierno, Juan Vicente Ricciardi, protegido de Mario Abdo Benítez, secretario privado de stroessner. 

Según protagonistas de estos acontecimientos, Ricciardi era un hombre esquizofrénico, homosexual y tilingo, que fracasó en esta misma gestión en Cnel. Oviedo y Misiones, pero que Stroessner se vio obligado a nombrarlo por pedido de su secretario privado, en razón a que a don Ángel Zarza, por intriga, el presidente le perdió la confianza y cayó en desgracia, de cuya consecuencia le tomó un infarto.

Ricciardi impuso el abuso y la prepotencia en Encarnación. Por ejemplo, era cotidiano que mandara policías a un bar céntrico, con la orden estricta que a todos los hombres que usaban cabello largo lleven a la Delegación a quienes lo mantenían cuatro o cinco días presos. A todos les raspaba la cabeza. Con este delegado los ciudadanos vivían tiempos de represión, abusos. Richardi decía que la juventud debía ser el reflejo del régimen.

En cuanto del por qué se enemistaron estos antiguos amigos, hay tres versiones: Se comentó que el viernes, tres días antes del asesinato, Robledo lo había abofeteado en la Municipalidad, porque le pidió que le hiciera la transferencia de una camioneta de la Intendencia por una deuda. La otra, porque estaba relacionado con una mujer. Y la tercera razón, también sería de índole económico, Sombrero Hú no quiso devolverle dinero que pertenecía a la caja del correo que Palacios le había prestado. Posiblemente la primera versión haya sido la detonante para que Palacios en los días previos haya pensado en la venganza.

Uno de los colorados encarnacenos que fue preso, pero ya antes del asesinato de Robledo fue Ramón Aldana “Pajarillo”, a quien se le acusó de haber cometido algunas irregularidades en las oficinas de Impuestos Internos, del cual era funcionario. Falleció en el Departamento de Investigaciones. Ignacio González Arias y el profesor Absalón Arias, llegaron al lugar para retirar el cadáver y lo enterraron en un cementerio de Asunción. Aquellos momentos que hemos pasado en aquel año y comienzo del siguiente fueron muy tristes. Ignacio González Arias, estuvo en la cárcel un año y un mes, relató un memorioso.

En aquella época, otro colorado que llegó a tener preponderancia en el ámbito político, local, incluso nacional, era director de Radio Encarnación, Artemio Vera Cabrera. No fue a la cárcel, porque en realidad solamente tenía problemas con Mario Abdo Benítez. Este le tenía un celo enfermizo a “Verita”, como le decía Stroessner, quien llegó a encumbrarse de una manera extraordinaria. Prácticamente era uno de los hombres más fuertes de Encarnación e Itapúa. Hombre de absoluta confianza y muy querido del presidente, pero después de la intriga de Abdo Benítez, Stroessner no le defendió, el que le salvó fue Alejandro Cáceres Almada. Artemio Vera también formaba parte de la seccional colorada. Participaba en las reuniones realizadas para defenestrar al Delegado Ricciardi, este lo calificaba de Zarzista, y por ahí fue que cayó en desgracia. Radio Encarnación sufrió su ida, porque prácticamente no se sabía que iba a pasar con los funcionarios. La emisora tenía policías controlándoles permanentemente no podían hacer nada. 

El mismo día en que les estaban velando a Robledo y Palacios, comenzó la desgracia para todos los que estaban en la vereda de enfrente. Todos cayeron presos, los llevaron hasta el Departamento de Investigaciones. 

A muchos se les prohibió pisar Encarnación por tres años. Para los adversarios, Sombrero Hú era un pobre hombre, pero tenebroso, pero al final de cuentas, no hizo tanto daño como Richardi. Era borracho e ignorante, pero con un poder extraordinario. Desde luego que fue así porque Stroessner le adoraba. Era su amigo desde la infancia y cuando Stroessner estuvo exiliado en Posadas, los sábados,  Domingo Robledo se iba con una cañita, cigarrillos y un poco de efectivo a visitarle. 

Después Stroessner tuvo poder y lo retribuyó aquellos gestos y le nombró intendente. Siempre en base a versiones de sus acérrimos adversarios, Robledo por la formación que tenía, jamás hubiera llegado ocupar tan importante cargo. Encarnación no merecía este tipo de autoridad. Es cierto, no cometió mayores crueldades, pero sí era un mbareté tavy.

Algunos de los connotados encarnacenos que fueron perseguidos y encarcelados: Luís Eliezer Espinoza Ojeda, alias Pocho; Juan Adolfo Páez Coll, alias Petoto; Lucio Vergara Ríos (fue Gobernador y Senador de la Nación); Derlis Benítez; Bernardino Monges Morel (actual locutor de Radio Encarnación FM – AM y Mástv); Cesar Augusto Maggi Zarza; Eusebio Vargas González, alias Cheio; Rafael Eleuterio Sotelo, alias Alacrán; Cirilo Morales Pintos; Gregorio I. González Arias, alias Tesorín; Amado Ramón Talavera Torres; Héctor Mariano Molinas Báez; Germán Ildefonso Ayala Schuller (Fue Senador); Víctor Melitón Fretes, alias Camba; Sindulfo Ruíz Florentín; Guillermo Alfredo Palacios Dejesús, alias Puchito; Julio Oscar Palacios Dejesús; Héctor Ananías Palacios Dejesús, alias Nenito; Florencio López Ruíz Díaz; Ramón Bernardo Aldana Pedotti, alias Pajarillo. (Murió en la cárcel); Artemio Vera Cabrera, ex director de Radio Encarnación y Sucesos y Angel Zarza Acuña.

 

 











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