Rosita Battilana de 25 años fue galardonada por el Congreso Nacional por sus éxitos en el Campeonato Mundial en Taekwondo. Es la primera persona con síndrome de Down con cinto negro en ese deporte en Paraguay.
Este reconocimiento forma parte de su curriculum lleno de medallas, premios y homenajes recibidos. Detrás de ella siempre se encuentra su madre, Graciela, quien le enseñó sus derechos, pero también obligaciones.
“Cuando nació Rosita y me informaron que tenía síndrome de Down no teníamos muchas opciones ni información durante esa época. Empezamos a llevarla en aquel entonces al INPRO, hoy Senadis”, comentó Graciela.
Su hijo Cristhian tenía 7 años y la ayudaba en todo. Juntos la llevaban a las terapias y a los lugares donde podían acceder.
Durante esos años conoció a diferentes personas con discapacidad y las crianzas que daban los padres de estos. Conversó con las mamás. “Entonces dije que iba a criarla con mucho cariño, con mucho amor, pero también con límites”.
“Vi niños sin límites por el famoso ‘aichinjaranga’ entonces dije que Rosita va tener que cumplir con lo que corresponde”, acotó la madre.
Como Graciela no encontraba información, decidió formar la Asociación Recreativa Educacional para Personas con Discapacidad (AREPE). Desde entonces ella y el grupo empezaron a apoyar a los hijos con padres con discapacidad.
Que los niños se queden en la casa es la opción a la cual lleva a la incertidumbre por lo que instan a los padres a que lleven a terapia a sus hijos, e incluso que ellos también acudan con profesionales. “A muchos les cuesta asimilar y asumir que tienen una persona con discapacidad en la familia”, dijo.
Graciela fue hace 8 años Presidente de la Federación de Boxeo, es gestora cultural y trabaja como procuradora judicial. Ella acompaña a su hija en todos sus viajes y en otras actividades las realiza con su hermano Cristhian. Generalmente van a la cancha juntos. “Ambos son cerristas. En eso no pude hacerles elegir bien. Yo soy olimpista”, bromeó la mujer.
Rosita desde pequeña fue a la danza, al teatro y a los conciertos. Practico natación y atletismo. Actualmente participa en carreras de 100 metros y lanzamiento de bala. Hace apenas unos días ganó la medalla de plata en las Olimpiadas, comentó su madre. “Yo digo que tengo una gracia porque todos los padres queremos que nuestros hijos sean felices y yo logré eso con Rosa. Es una persona feliz”, expresó.
Todo es cuestión de mucho cariño, amor y límites, recomendó. Insiste en enseñar los derechos y las obligaciones.
Según su parecer, lo que falta es derribar la barrera actitudinal de las personas desde la familia. “La idea de la independencia no es que ellos se vayan de la casa a vivir solos, sino que dentro de sus casas tengan la capacidad de servirse en primer lugar y luego a los demás y a su entorno”, refirió.
La madre de Rosita trabajó en el anteproyecto de ley de Educación Inclusiva y también en la de Inserción Laboral donde se logró que todas las instituciones públicas cuenten en su plantel con al menos el 5 % de personas con discapacidades, obligatoriamente. Aunque esto no se cumple porque no se cuenta con personas con discapacidad que puedan llevar adelante las tareas que exige el oficio. Por eso, dice la mujer, insisten con la educación y con llevar a los hijos a la escuela.
Rosita trabaja en una escribanía de lunes a viernes de 8 a 13 horas. Tiene dinero y su ahorro.
“Lo más importante es que el éxito, el aplauso, las medallas, los reconocimientos no son única y exclusivamente para una persona con un cuerpo perfecto y una mente brillante sino para todas las personas debidamente entrenadas y acompañadas por sus familias, que tengan las ganas de tener ese resultado”, es la reflexión final de la madre de una luchadora.//NPY
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