A PESAR DE LOS PEORES GOLPES QUE RECIBIÓ, GUSTAVO SE AFERRÓ A LA VIDA.

Gustavo es un hombre de 40 años residente del barrio Itá Paso de Encarnación, quien sufrió quizás de los golpes más duro de la vida. A la edad de 33 años fue víctima de un accidente cardio vascular que lo mantuvo internado en la unidad de terapia intensiva del Hospital Regional de Encarnación por 7 meses.

En ese tiempo de inconsciencia, Gustavo podía escuchar a los médicos decir a sus familiares que ya no había posibilidad que sobreviviera y que moriría. «Era difícil escuchar eso, no podía moverme, pero sentía y escuchaba todo, nadie quiere morir», explicó.
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Al despertar del coma y salir del hospital, pensó restablecer su vida pero una ingrata sorpresa le aguardaba, su esposa lo había abandonado y se llevó a sus hijos. Fue así que Gustavo, estando enfermo debía de atravesar su proceso de recuperación estando solo y lejos de sus seres queridos, en especial de sus hijos que aún eran niños.

Aunque estar lejos de sus hijos fue lo más difícil que soportó en todo este tiempo, Gustavo supo reponerse, dice estar en contacto permanente con ellos y cada día aguarda la visita de los mismos, ya que prácticamente perdió la movilidad del 50% de sus extremidades.

Ante esta situación, sus amigos le fabricaron una motocicleta adaptada a un carro, que cuenta con parrilla y conservadora donde vende asaditos y bebidas, también se dedica a vender otro tipo de productos al costado del camino que une Itá Paso con Santo Domingo. Aunque es difícil y peligroso conducir en su estado, se adoptó rápidamente a su motocicleta que se convirtió en su principal herramienta de trabajo.

A pesar de las dificultades, Gustavo está convencido que se repondrá y que sus hijos volverán, «siempre traté de darles lo mejor, no estoy enojado, yo no les fallé ni ellos a mí, los amo», aseguró.