Frente a la municipalidad de Encarnación, se desarrolla un hecho inusual y cargado de indignación. Adriana Meza, una madre de tres hijos y trabajadora, ha tomado la drástica decisión de encadenarse en protesta contra lo que considera una injusticia por parte de las autoridades locales. Su vehículo, tras haber sido trasladado al taller municipal luego de un accidente vial en el que ella no tuvo responsabilidad, fue desmantelado. Lo que encontró al intentar recuperarlo fue un auto sin ruedas, sin motor, sin batería; completamente despojado de sus partes esenciales.
La historia de Adriana se remonta a varios meses atrás, cuando sufrió un accidente en el que fue declarada víctima según los informes oficiales. Su auto fue trasladado al corralón municipal y, más tarde, al taller de la ciudad, donde ella esperaba poder retirarlo tras pagar las multas correspondientes. Sin embargo, durante los primeros días del mes de octubre, cuando luego de mucho sacrificio logró abonar la suma de Gs. 500.000 para retirar su auto, fue al taller municipal y se encontró con una realidad devastadora: su vehículo había sido “carneado” dentro del mismo taller que está bajo la administración de la misma municipalidad que, se supone, debía resguardar su propiedad.
El relato de Adriana revela la frustración de una ciudadana que ha agotado todos los canales para recuperar lo que es suyo. A pesar de haber intentado entablar diálogos con las autoridades y de solicitar explicaciones, las respuestas fueron insuficientes. Se le ofreció devolverle su vehículo en partes, una propuesta que ella considera inaceptable, dado que ese auto era su principal herramienta de trabajo. “Necesito mi auto para seguir adelante, para trabajar y cuidar de mi familia”, manifestó con evidente desesperación.
El caso ha causado gran conmoción en Encarnación, no solo por la gravedad de la situación, sino por la respuesta de las autoridades. Según las declaraciones de Adriana, la municipalidad presentó una denuncia por hurto contra personas no identificadas, sugiriendo que el desmantelamiento del vehículo fue obra de «terceros», presonas ajenas al taller. Sin embargo, concejales y medios de comunicación que visitaron el lugar, en las fechas en que cobró estado público la denuncia de Adriana, no encontraron señales de intrusión externa, lo que pone en duda esta versión oficial.
Adriana se ha convertido en la cara visible de un reclamo más amplio. Aunque inicialmente pidió que su identidad no fuera revelada, la falta de soluciones la llevó a hacer pública su historia. Ahora, su protesta ha ganado atención mediática, y su encadenamiento frente a la municipalidad es visto como un último recurso ante lo que ella percibe como un atropello a sus derechos.
El valor del vehículo no es solo económico, según lo expresó la propia afectada. Además de ser el medio que utilizaba para trabajar, tenía un profundo significado personal, ya que había sido un regalo de su padre. Para ella, esta pérdida representa mucho más que un bien material. Ante la falta de respuestas satisfactorias, Adriana ha decidido continuar con su manifestación, y ha advertido que, de no obtener una solución, llevará su protesta a todos los eventos públicos organizados por la actual administración municipal.
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