Sucedió el viernes pasado, afectando a un pequeño que esperaba junto a su familia en una extensa cola de autos dispuestos a ingresar al país. La pericia de la enfermera y su compañera fueron clave. Conocé la historia que comenzó con susto y terminó en agradecimiento.
El viernes 1 de abril a la tarde, Gabriela Ramírez, enfermera de Candelaria y su compañera de trabajo, Yanina Blanco, estaban prestando servicio en el puesto de control de pase sanitario en el puente internacional San Roque González de Santa Cruz, que une las ciudades de Posadas con Encarnación (Paraguay).
Parecía ser una tarde normal, similar a todas las que viven las profesionales en ese lugar, pero ese día dejó de ser igual de un momento a otro, cuando la enfermera notó un alboroto a unos cien metros del puesto y comenzó a escuchar gritos provenientes de un auto que estaba con las puertas abiertas. Salió corriendo hacia el lugar sin pensar más que en asistir a las personas del vehículo, sin saber qué pasaba y esa actitud terminó salvando una vida.
«Eran cerca de las 6 de la tarde cuando de pronto veo ese alboroto y escucho gritos, sigo mi intuiciónporque podía ser cualquier cosa, pero sentí que debía ir. Corrí ese trayecto y me encuentro con un niño casi sin signos vitales y sus padres desesperados por la situación. Despejé el lugar y con el permiso de los padres comencé a realizar el trabajo de reanimación», detalló la profesional y en esa línea añadió: «Fue un momento muy difícil porque en esos casos cuando la familia está presente uno le promete que los va a ayudar a salvar a su hijo,sabiendo que puede no ser así porque no conocía la causa de por qué el bebé estaba en esa situación».
«Con la ayuda de mi compañera realizamos todo lo que se debe hacer en esos casos de manera manual porque no teníamos nada a nuestro alcance para agilizar las maniobras, de hecho que ya se había llamado la ambulancia pero no podíamos esperar a que llegara. En esos casos cada milésima de segundo es importante para salvar la vida de alguien en paro. El chico no respiraba, el desafío era muy grande, no se cuantos minutos de trabajo han sido hasta que sentí que el pequeño comenzó a respirar de nuevo y fue tanta la felicidad que no puedo graficarla. Salvar una vida de por sí es algo inexplicable, ni hablar la de un bebé, más aún al ver a esos padres que como que también volvieron a respirar con él, ver como comenzaba a tomar color su rostro, miraba fijo y de a poco su mirada empezó a recorrer su alrededor, entonces le digo a la madre que le hable porque así él se estimulaba, en eso llegó la ambulancia y lo llevaron a pediatría», recordó con mucha emoción.
En tanto que la madre del pequeño Gael, Erika Oviedo, aún muy sensible por el mal y desesperante momento vivido dijo: «Ese día estuvimos desde las 14 en la cola del puente y cuando eran más o menos las 17 yo lo note calentito a Gael. Lo desvestí porque pensé que era por los abrigos y estábamos en el auto él estaba feliz, ningún síntoma de nada, cuando de repente parecía tener sueño se acostó en asiento tranquilito cuando de repente lo vi temblando sin respirar ahí sin pensar salimos de la cola y acudimos donde están los gendarmes».
«Fue algo muy horrible que no se lo deseo a nadie, creí que había perdido a mi hijo porque no respiraba, en eso aparece la enfermera rubia del puente, ya que así la llamamos en principio porque no sabíamos cómo se llamaba. Le debemos la vida de mi hijo porque hizo un trabajo impecable y no paró hasta que Gael volvió a respirar. En realidad todos querían ayudar hasta que en la desesperación escucho a esta chica que dijo ‘dejen que yo soy enfermera y lo voy a ayudar’. Nos trató muy bien porque no solo revivió a mi bebé sino que en todo momento nos calmaba a nosotros, si no fuese por ella y también a su compañera, hoy sería otra la historia», lamentó.
La mamá del bebé afectado contó que «aún estamos sensibles, solo quiero que se sepa que lo que hizo la enfermera es digno de destacar. Durante dos días ella era para nosotros ‘la enfermera rubia del puente’ a quien queríamos volver a encontrar para agradecer personalmente lo que hizo, porque ella salvó la vida de nuestro hijo, nada más y nada menos. Esa tarde no pudimos intercambiar contactos ni nada porque la ambulancia apareció y nos llevó a pediatría así que quedaba el desafío de encontrarla».
Finalmente agregó emocionada que «el sábado por la noche llegó a mi casa en Candelaria un familiar, le contamos lo sucedido y le describimos a la enfermera, él nos dio el dato de que ella también es de Candelaria y que también trabaja acá, así que con los datos que nos dio logramos llegar a su casa y agradecerle personalmente con mucha emoción lo que ella ha hecho. Fue una acción milagrosa y pido muchas bendiciones para la enfermera rubia del puente que ahora sé que se llama Gaby, jamás olvidaremos lo que hizo por la vida de mi hijo, nunca».
Gael, de un año, se recupera en su casa del mal momento y a pesar que está bien tiene que hacerse varios estudios médicos. En tanto, Gabriela indicó la urgente necesidad de un puesto de salud equipado para tareas de emergencias como en este caso. «Es muy importante que se piense seriamente en un equipo de salud en el lugar y una ambulancia disponible ya que así como en este caso puede ocurrir otra emergencia y si hay personal capacitado para socorrer a quien requiera atención se puede salvar vidas», destacó. FUENTE EL TERRITORIO
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