Menos de un kilo y medio pesaba Milagros cuando nació. A los seis meses, la fuente de su mamá se rompió y la pequeña en su vientre se apuró por conocer el mundo. Luego de su alumbramiento, los médicos le pronosticaron apenas unos días de vida, pero la fe de su madre pudo mucho más. El domingo, la niña festejó sus quince años.
Alumna del octavo grado regular, la pequeña Mili es la única princesa de su familia. A ella la preceden cuatro hermanos. Su madre, Lucía Espínola, contó emocionada los detalles del cumpleaños más esperado, en la compañía Mboticuá de la ciudad de Escobar, en Paraguarí.
«Esto fue un festejo relámpago. Iba a ser en familia, íntimo. Tiene dos madrinas, Eliana Bartelo y Liz Carolina González», expresó Lucía, señalando que ellas fueron quienes participaron activamente para hacer la hermosa fiesta.
La cumpleañera parecía sacada de un cuento: vestía un hermoso vestido rosado, propio de la princesa de la familia. El festejo se llevó a cabo el domingo, en su pueblito natal.
Su nombre refleja toda la lucha que doña Lucía empeñó desde su nacimiento y la valentía de enfrentarse a un total de 28 cirugías a lo largo de su vida. «Es un verdadero milagro de Dios. Tuvimos que pisar la tierra cubana porque la meningitis le tocó el nervio óptico, de ambos ojos es ciega. Está en silla de ruedas. Los médicos le diagnosticaron cuadriparegia espástica», relató la madre.
Mili nació de seis meses con 1,350 kilogramos, a través de un parto normal en el hospital de Paraguarí. «Como era tan chiquita, el médico me dijo que iba a ir a la incubadora. Nació a las 19:10, después de diez minutos de que se me rompa la bolsa», señaló Lucía.
La pequeña al nacer lloró y ella sintió mucho alivio. «Todos mis hijos nacieron en parto normal. A las 20:30, mi hija empezó a llorar desesperadamente y le pregunté a una de las enfermeras por qué lloraba tanto. Eran las 21:00 y seguía llorando», mencionó agregando que ya empezó a preocuparle.
«A las 23:30 me informaron que mi hija necesitaba terapia. Me enteré que la incubadora estaba fundida. Le trasladaron a IPS Central y me dijeron que mi hija tenía solo tres días de vida porque tuvo tres derrames. Fue el momento más duro, para cualquier padre que le digan eso es doloroso, pero yo tenía la fe puesta en Dios y la Virgen Santísima», aseveró.
Un doctor de apellido Weber llevó adelante todo su tratamiento. «Le dije que venía en nombre de Dios y la Virgen y le voy a llevar viva», afirmó. A partir de allí transcurrieron siete largos meses. Al tercer mes, una meningitis bacteriana aguda causó aún más preocupación. «Tenía que alcanzar dos kilos, pero no subía» contó Lucía.
La nena subía y bajaba de peso y su pronóstico no mejoraba. Pronto, le avisaron que precisaba una válvula para la cabeza pero ellos no contaban con los recursos suficientes para conseguirlos. Tal es así que un golfista que jugaba en el extranjero le prometió ayuda.
Era el famoso Carlos Franco, que desde Francia mandó traer la preciada válvula que le salvaría la vida. «Carlos Franco le salvó la vida a mi hija», dijo emocionada la mujer. Hasta ahora ella tiene la válvula. «Es la mejor de las válvulas», afirmó.
Su madre contó que incluso un artista local le escribió una música. «Milagros milagritos, la música es de don Agustín Delgado, su hija vino al cumpleaños, a él no pudimos traerlo por la pandemia», finalizó Lucía.//EXTRA
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