Hoy, ambos ayudan dentro del Pabellón Libertad, en Tacumbú, donde se constituyeron como una especie de consejeros en las relaciones que tienen los privados de su libertad
Cuando era adolescente, Mariela Bobadilla ya sabía que quería ser abogada. Estudió, se recibió. Hoy, a sus 47 años se destaca en su labor como profesional del Derecho. En la cárcel de Tacumbú ayudó a varios presos. Precisamente en ese sitio, tal vez el menos pensado, le sucedió algo que no esperaba: encontró al amor de su vida.
“Sí, en el 2015 me casé con Alfredo (62), quien está privado de su libertad aquí en el penal”, contó la Dra. Bobadilla. Las rejas no separaron lo que ellos unían. Los barrotes atestiguaron del noviazgo que comenzó. Cuando la Dra. Bobadilla y Alfredo se conocieron, sus corazones estaban vacantes y ambos sintieron que “algo” podría pasar entre ellos. Y Cupido se encargó del resto. “Clavó” sus flechazos imprevistos y hasta a veces casi inexplicables, pero fulminantes, en los dos. Fue el comienzo de una hermosa relación sentimental. “Hace 5 años yo estaba en la Pastoral Social. Ayudaba a los internos, a los pasilleros, a veces llevaba casos gratuitamente. En eso, una colega cumplía años y se le festejó dentro del penal. Fui y ahí le conocí a Alfredo”, comenzó el relato de su historia de amor. “Yo estaba sentada con una amiga y él se acercó y me dijo ‘hola, ¿de dónde sos?’ Yo era muy tímida; es más, recuerdo que cuando se levantó puse bolsones a mi lado para que no pueda sentarse más ahí (risas). Cuando ya me iba a retirar me habló de vuelta”, explicó. Fue así que arrancó el romance, las cartas, los encuentros, el amor entre ambos. “Comenzamos el noviazgo. Estuvimos de novio un año y siete meses. Y el 8 de agosto del 2015 nos casamos dentro de la cárcel. Dios es nuestra fortaleza”, contó. Fuente: Crónica
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