Minutos de terror vivieron varias familias con sus pequeños hijos luego de que este domingo fueran al Estadio Río Parapití de Pedro Juan Caballero para ver un inolvidable encuentro deportivo entre Olimpia y Sol de América pero terminaron corriendo por sus vidas en medio de una verdadera batalla campal donde integrantes de la barra brava del decano se enfrentaron apenas iniciado el encuentro. El enfrentamiento dejó al menos seis heridos con armas de fuego y apuñalados pero una herida incurable en el fútbol paraguayo ya que esta escalada de violencia en las canchas provoca el alejamiento de las familias que tradicionalmente acudían para pasar un domingo diferente. Esta guerra entre las barras bravas del Olimpia es solo una muestra de lo que ocurre también en otros clubes y se replica al final de cada partido donde las familias deben salir del estadio como si salieran de una zona de guerra. Es una situación que no pudo ser controlada en otros países de Sudamérica y tristemente Paraguay va camino a imitar este modelo donde las familias abandonan los estadios para que las gradas sean ocupadas por patoteros y pendencieros con sed de sangre y enfrentamiento en nombre de la bandera de su club, desvirtuando por completo el espíritu del fútbol. Es el momento de que las autoridades deportivas abandonen los discursos con doble moral donde condenan públicamente a sus barras bravas y anuncian sanciones ante los medios de comunicación, pero luego les regalan entradas, pagan sus colectivos para que acompañen al equipo e incluso sus bebidas alcohólicas, porque si no estas imágenes tristemente se repetirán. FOTOS: GENTILEZA
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