El área metropolitana de Asunción, la única capital de un país suramericano que no cuenta con una planta de tratamiento fecal, vierte diariamente cerca de 300.000 metros cúbicos de aguas procedentes de los desagües de las viviendas al río Paraguay, con el consiguiente alto grado de contaminación.
Únicamente el 2 % del agua utilizada en los hogares de todo el país recibe posteriormente un tratamiento de descontaminación en plantas especializadas, de acuerdo a los datos ofrecidos a Efe por la estatal Empresa de Servicios Sanitarios de Paraguay (Essap).
La cifra se encuentra muy lejos del objetivo de tratar al menos el 50 % de las aguas fecales, marcado por Naciones Unidas a los países suramericanos en su agenda de desarrollo sostenible para 2030.
Organizaciones no gubernamentales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) denuncian que estos vertidos tienen graves consecuencias para la flora y la fauna locales, así como para la calidad de vida de los asuncenos.
El director de Cambio Climático y Políticas de WWF en Paraguay, Óscar Rodas, explicó a Efe que si continúa evacuándose agua fecal en el río se producirán “eventos de mortandad de peces” y afectará al tránsito migratorio de algunas especies de aves, como el “playerito canela” (calidris subruficollis).
Además, Rodas alertó sobre las consecuencias que produce esta contaminación en los ciudadanos que, por “falta de control, educación o información”, se bañan en la bahía de Asunción, a pesar de las prohibiciones medioambientales.
Un informe del Ministerio de Salud advirtió en 2018 de que esa zona, formada por un entrante del río Paraguay, presentaba un nivel de 240.000 unidades bacterianas coliformes por cada litro de agua, cuando el límite de tolerancia del cuerpo humano es de 499.
Rodas aseguró que los vertidos fecales no son la única causa de contaminación del río, ya que denunció que las fábricas de las inmediaciones están arrojando al agua “sustancias químicas y metales pesados como el plomo o el cromo que se acumulan en los peces que luego se consumen”.
Ante esta situación, el director de Cambio Climático de WWF reclamó un programa de “monitoreo” para vigilar a las compañías que operan junto al río y la reglamentación de la Ley de Recursos Hídricos, pendiente desde el año 2007.
Rodas reconoció que en los últimos años se están llevando a cabo “esfuerzos” para reducir la contaminación en el río Paraguay, sin embargo denunció un “déficit de inversión” que está impidiendo que se alcance una “solución definitiva”.
Como principal medida, el Gobierno paraguayo ha licitado los proyectos para la construcción de tres plantas de tratamiento de aguas en el área metropolitana de Asunción que está previsto que comiencen a operar a lo largo de 2020.
Estas infraestructuras, cuyo presupuesto asciende a 110 millones de dólares (669.548 millones de guaraníes), permitirán el tratamiento de la mitad de las aguas fecales que actualmente se vierten al río Paraguay a través de las 16 desembocaduras de la capital.
“Asunción es una de las ciudades que tiene más atraso de Suramérica”, reconoció a Efe Natalicio Chase, el presidente de la Esap, empresa que ostenta la concesión de la gestión del agua de las localidades de más de 10.000 habitantes del país.
Chase achacó este problema a la “falta de política de inversión en el sector” en años anteriores y reconoció que la puesta en marcha de las nuevas plantas de tratamiento supondrá un “avance histórico” para el país.
Además, señaló que para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible marcados por Naciones Unidas será necesaria una inversión cercana a los 6.000 millones de dólares (36.520.800 millones de guaraníes), lo cual llevará al Gobierno paraguayo a buscar nuevas fórmulas de financiación. EFE
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