Se empieza desde abajo, acarreando baldes, a invitación de un pariente, de un vecino o amigo. De alta demanda, la mayoría llega a este oficio por el apremio económico y termina duplicando el sueldo básico.
La necesidad económica y el pronto acceso a un jornal diario empujan a trabajar en el sector de la construcción.
En el mundo albañilería, si bien no hay un ingreso mensual estable, la remuneración es desde un comienzo mejor que el salario mínimo legal, que ronda los G. 2.112.000.
¿Herencia, opción o castigo? Nadie nace albañil. Incluso, los hijos de albañiles son subsidiados por sus padres para seguir alguna carrera universitaria. Este milenario oficio se aprende observando al maestro. Puede que la imagen de ser albañil esté un tanto degradada y sea el peor es nada de la gente, pero tiene una salida laboral segura ya que “una casa nunca se termina de construir todo, porque siempre se precisa de mantenimiento”, afirma Samuel Brítez, instructor del Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP).
Se sufre, eso sí, los achaques de los rayos del sol y el calor sofocante en verano; así como la escasez de trabajo en ciertas temporadas, principalmente, cuando llueve. Pero, esta ocupación resulta una opción de rápida gratificación, pues “no se gana el salario mínimo sino que el doble: va por los G. 3.000.000 para arriba”, suscribe Brítez, quien tiene a su cargo los cursos de Albañilería, Maestro de Obras y Fiscal de Obras Civiles en el SNPP.
“Esta especialidad es la mejor remunerada dentro del país”, suscribe al comparar con otros oficios que no requieren de demasiada capacitación.
El SNPP, ante la escasez de interesados en emprender los cursos de albañilería cerró este semestre esas clases en Asunción y alrededores.
APRENDIZAJE. Para Raúl Coronel, quien lleva 20 años en la profesión, en menos de un año de experiencia ya se puede ascender tras empezar como aprendiz. Depende –dice– del maestro que uno tenga, el esfuerzo y la atención que se ponga a detalles en una obra.
“En dos o tres meses ya tenés que aprender algo, por ejemplo, el manejo del nivel, el metro. Lo primero que se aprende es a hacer la mezcla; eso es lo que más cuesta al empezar”, comenta este albañil que se desempeña hoy como contratista y tiene a su cargo a seis personales.
Un ayudante empieza ganando G. 100.000 por día y un oficial, entre G. 120.000 a G. 150.000, dependiendo de la exigencia y la carga de trabajo.
Raúl comenta que su padre no era albañil. Él empezó a trabajar en la construcción junto a sus hermanos y es consciente de que un desempleado “cualquier trabajo” hace para conseguir un ingreso y mantener a su familia. “La necesidad es lo que a uno le mueve a trabajar en esto. Y si tenés de por medio una criatura, ya no tenés que dormir más”, manifiesta.
A él no le cuesta –comenta– conseguir aprendices porque “existe mucha gente que quiere trabajar en la construcción”. “Un oficial que es contratado le mete a su hermano como ayudante, así se empieza”, explica.
CAPACITACIÓN. Si bien comparte la importancia de formarse en el SNPP, cree que la gente no va a los cursos de albañilería por falta de tiempo. Se trabaja de siete a cinco o seis de la tarde y queda solo la noche para descansar.
Brítez, a su vez, cuenta que en la central del SNPP tienen tres turnos, pero en los horarios diurnos el tiempo juega en contra. “De día es difícil porque la mayoría son mayores de edad y tienen sus compromisos”, indica, y valora que los que van hacen esfuerzo doble.
“El SNPP dicta curso teórico y práctico. Y los participantes –de turnos diurnos– hay días que no llegan, pero igual hacen sus prácticas de albañilería. La capacitación va bien, incluso los que estudian en el SNPP son bien recibidos”, dice al referir que en el sector privado se aprecia a quienes son instruidos en ese lugar.
Yo aprendí mirando. Hay que esforzarse para aprender. El pobre no hay cosa que no sepa hacer. Raúl Coronel, albañil.
100.000 guaraníes por día es lo que gana un aprendiz en albañilería.
3 a 7 meses duran los cursos que brinda el SNPP desde lo básico a lo especializado. ULTIMA HORA
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