CICLÓN DE 1926: A 98 AÑOS DEL DESASTRE QUE MARCÓ A ENCARNACIÓN






El 20 de septiembre de 1926, la ciudad de Encarnación vivió una de las tragedias más devastadoras de su historia, cuando un ciclón arrasó con parte de la ciudad, dejando más de 400 víctimas fatales y destruyendo gran parte de su infraestructura. Este fenómeno, que afectó principalmente a la Villa Baja —hoy conocida como ex-Zona Baja—, marcó un antes y un después para la comunidad.

El ciclón, con vientos sostenidos que superaban los 250 km/h, se formó sobre el río Paraná, y en pocos minutos, entró por el muelle de Encarnación, destruyendo prácticamente todo a su paso. La Villa Baja fue la zona más castigada, quedando en ruinas casi por completo. El fenómeno avanzó luego hacia la Villa Alta, dejando la ciudad irreconocible. Se estima que la tormenta fue comparable a un F5 en la Escala Fujita, considerada una de las más potentes por su capacidad destructiva.

Las pérdidas humanas, económicas y culturales fueron incalculables. Encarnación, que en ese momento era la segunda ciudad más importante del país, sufrió un retroceso significativo en su desarrollo. El evento destruyó edificios, monumentos y casas, causando un profundo impacto que se sentiría durante años.

A pesar de la devastación, surgieron héroes. Juan Pedotti, jefe de la usina, perdió la vida al desconectar los motores para evitar que otras personas tuvieran contacto con los cables caídos, salvando así muchas vidas. El sacerdote José Kreusser también se destacó por su heroísmo, socorriendo a los heridos entre los escombros y la oscuridad.

La tragedia también sacó a relucir la solidaridad internacional. El sacerdote Kreusser y Jorge Memmel cruzaron el río Paraná hacia la ciudad de Posadas, Argentina, para pedir ayuda. Posadas respondió inmediatamente, suspendiendo eventos y movilizando a equipos médicos y enfermeras para asistir a Encarnación. Incluso, las embarcaciones que se encontraban en el puerto posadeño fueron utilizadas como hospitales flotantes y albergues improvisados.

En Asunción, la noticia se conoció a las primeras horas del 21 de septiembre, y la respuesta no tardó en llegar. Médicos, medicamentos y alimentos fueron enviados rápidamente en tren desde la capital. Cineastas locales documentaron la tragedia para recaudar fondos, recorriendo varias ciudades del país y el exterior.

Hoy, a 98 años de aquella tragedia, Encarnación recuerda con gratitud la ayuda brindada por la vecina Posadas. La tragedia de 1926 sigue siendo una de las más devastadoras y significativas en la historia de Paraguay, recordada por las generaciones actuales como un testimonio de resistencia y solidaridad.





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