No son las primeras pero quizás sean pioneras en participar en eventos de capacitación en el manejo y reparación de las cosechadoras de granos de última generación. Una decena de mujeres de Canindeyú se calzan las botas de trabajo y suben al mando de las costosas y sofisticadas máquinas en Canindeyú mientras, capaz, algunos maridos observan admirados e incrédulos a las mujeres que no piensan quedar en casa sino involucrase directamente a las exigencias de la chacra.
Silvana de Fátima Ribeiro Olzewski vino de Brasil, las reunió junto a las flamantes máquinas representadas por una empresa en Katueté y les fue contando detalle por detalle, secreto por secreto, que hacen a estos gigantes aparatos – y muy costosos por cierto – utilizados en la producción granera.
“Respiren hondo y exhalen despacito, arranquen este gigante, domínenlo”, diría la brasileña a las que no se conforman con ser hijas, madres y/o esposas de quienes trabajan en los maizales, trigales y sojales.
Fueron, para empezar este proceso de aprendizaje, dos días de instrucción a pleno.
Las mujeres empienzan el proceso de capacitarse en el manejo de cosechadoras en el Centro de Entrenamiento Agropecuario de Katueté, Canindeyú. Vendrán otros cursos inmediatos tambien apoyados por la Asociación de Productores de Soja (APS).
De hecho, no son pocas mujeres las que conducen los enormes aparatos en diversas zonas granera. Incluso, atendiendo a hijos lactantes suben a la cabina de las cosechadoras de modo a no dejar de ser madres estando al mando de la delicada y poderosa máquina. FUENTE: DIARIO LA RAZON
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