BATALLA DE CURUPAYTY: UNA HAZAÑA QUE PERMANECE EN LA MEMORIA





En las academias militares del mundo se estudia la Batalla de Curupayty como una de las mayores muestras de ingenio y pericia guerrera. Fue la más resonante victoria del ejército paraguayo en la Guerra de la Triple Alianza. Este 22 de septiembre se conmemoran 154 años de la epopeya.

Aquellas dos horas que resultarían eternas

«Amanhá descangalharei tudo isto en duas horas (Mañana destruiré todo eso en dos horas)», había asegurado el jefe de la Marina brasileña Joaquim Marques Lisboa, el almirante Tamandaré, el 21 de septiembre de 1866, en vísperas del ataque aliado contra el Fuerte de Curupayty.

Tras haber capturado de los paraguayos el Fuerte de Curuzú, en la batalla del 3 de septiembre de 1866, a orillas del río Paraguay, los aliados estaban seguros de que harían lo mismo con el de Curupayty, que se encontraba a unos 2 kilómetros del lugar, río arriba.

El ataque a Curupayty estaba previsto para el 17 de septiembre, pero las fuertes lluvias que cayeron, obligaron a posponer el operativo.

El presidente argentino Bartolomé Mitre asumió el comando de todas las tropas aliadas para atacar Curupayty, pensando que iba a ser una acción bélica rápida y fácil.

«Desayunaremos en Curupayty y cenaremos en Humaitá», era la consigna que corría entre los aliados.

La estrategia de Mitre y los aliados era bombardear primero las posiciones paraguayas con los 22 barcos de la Escuadra brasileña y luego dirigir un ataque frontal a bayoneta, simular una retirada para que los paraguayos salgan en persecución, para más tarde dar media vuelta y batirlos fuera de la fortaleza.

Pero los paraguayos tenían otra idea. Convencido de que una derrota en Curupayty significaría perder gran parte de la campaña bélica, el mariscal Francisco Solano López ordenó trazar un plan de defensa, en el que intervinieron el coronel inglés Jorge Thompson, el coronel húngaro Francisco Wisner de Morgenstern y el coronel húngaro Luis Federico Myszzowski.

Sobre este plan, López convocó a sus principales oficiales y les preguntó qué opinaban. Fue cuando el general José Eduvigis Díaz le dijo en guaraní: «Parece muy bueno en el papel, pero si construimos así las trincheras, no vamos a atajar a los kamba».

López le encargó entonces que dirija el operativo de construir las trincheras, adaptando los planos a su intuición y su sentido práctico.

Esa misma noche del 8 de septiembre, Díaz inició la construcción de las trincheras de Curupayty. Trabajando en turnos, los 5.000 hombres se pusieron a excavar túneles y zanjas, cortar árboles y preparar abatises.

La trinchera de 2.000 metros conectaba un terreno alto con la laguna Méndez. «Con la arena levantada se construía un ancho muro, detrás del cual se levantaron las plataformas de los cañones sobre una base de madera dura y montículos de tierra», destaca el historiador militar Hugo Mendoza, autor del libro Curupayty.

«Detrás de la línea de abatises se construyó un foso mortal, en cuyo lecho, estacas puntiagudas apuntaban hacia arriba. Este pozo tenía 3 metros de ancho por aproximadamente 2 metros de profundidad. Inmediatamente después venía el parapeto con abrigos para el personal como para las municiones. Frente a este parapeto el terreno fue cortado por zanjas y en el borde de ellas fueron acumulados troncos, raíces, espinas y todo material que pudiera obstaculizar la progresión enemiga», refiere Mendoza.

Una derrota catastrófica

Contra esa colosal obra de ingeniería bélica construida en menos de diez días se toparon los aliados cuando empezaron su ataque al amanecer del 22 de septiembre de 1866.

El bombardeo de los barcos brasileños contra las trincheras paraguayas duró casi cinco horas, en lugar de las dos horas que había prometido el almirante Tamandaré para terminar con todo, y no alcanzaron casi a dañar a los paraguayos porque el alto barranco y los muchos obstáculos visuales no les permitía a los brasileños ver a dónde apuntar. El fuego de los cañones iba para cualquier otro lado.

Cuando empezó el ataque por tierra, cerca del mediodía, con dos columnas argentinas y dos brasileñas, se encontraron con las estacas puntiagudas dentro de los fosos cubiertos de agua, con las murallas de abatises y con los soldados paraguayos muy bien protegidos en sus trincheras, haciendo blanco fácil contra el enemigo.

Los aliados «caían segados, de esta manera, por centenares. Retrocedían, horriblemente destrozados, se arremolinaban, recibían refuerzos y volvían a la carga, siempre con el mismo infortunado resultado», relata Mendoza.

Alrededor de las cuatro de la tarde, Mitre se convenció de que su ataque se había convertido en una catastrófica derrota, y ordenó la retirada. En el campo quedaban cerca de 5.000 cadáveres de soldados aliados, mientras las bajas entre los paraguayos no habían llegado a 100. Según Mendoza, «por cada paraguayo muerto, murieron aproximadamente 50 aliados».

El resultado de la batalla de Curupayty tuvo una trascendencia enorme: «en el orden militar, paralizó al Ejército de la Alianza, que demoró un año en recobrar el ánimo y reiniciar su actividad», según el historiador Hugo Mendoza.

La profesora Vicenta Miranda Ojeda, una de las mayores impulsoras del rescate de la historia de Curupayty y Humaitá, dice que «triunfó más que nada la fuerza moral y física de esos cinco mil soldados, que en tan escaso tiempo fueron capaces de construir una portentosa obra defensiva que no tiene parangón en la historia militar, sin desconocer el diseño que surgió como resultado de la tecnología y por supuesto el heroísmo de un oficial como lo fue el General Díaz, que aceptó el desafío con la certeza de no fracasar, asumiendo lo que implicaba si los resultados fueran adversos».

La profesora Vicenta hoy se siente reconfortada al ver que, por fin, el sitio histórico de la Batalla de Curupayty está siendo puesto en valor. «Hoy debemos honrar a nuestros soldados, a nuestros héroes, con el trabajo tesonero y honesto, sea cual fuere el lugar en que nos toque actuar», destaca, comprometiéndose a seguir trabajando para que las nuevas generaciones valoren en su justa medida lo que fue la gran epopeya de Curupayty.//ÚLTIMA HORA






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