El día de las madres es un día especial y amerita una historia especial, una que evidencia el amor entrañable entre madres e hijos, uno que trasciende más allá de las luchas diarias y que sobrepasa cualquier entendimiento humano.
Esta es la vida que tuvo Ana Belia y sus hijos, oriundos de la compañía San Rafael de Coronel Bogado, una humilde chipera que enfrentó una de las más grandes injusticias de la vida. Madre de 11 hijos, 50 nietos, 20 bisnietos y 5 tataranietos, hoy residente en el barrio San Pedro de Encarnación.
Desde muy joven Ana Belia supo sobresalir sola, madre soltera en una sociedad machista sin oportunidades para mujeres como ellas se vio obligada en dar en criadazgo a casi todos sus hijos, desconociendo lo que eso podría implicar.
Con el correr del tiempo, todos ellos regresaron a casa, excepto 2 de ellas Hilda conocida como Reina y Digna Estela cuyos paraderos se desconocían en absoluto, nadie supo más nada de ellas, corrió el tiempo y las esperanzas de un reencuentro se esfumaron.
Cada quien hizo su vida, llegaron los nietos y todos sabían que había 2 tías en algún lugar de esta tierra pero no tenían idea por dónde empezar a buscarlas. Hasta aquí parece una historia trágica, pasaron décadas y la humilde casa familiar continuaba casi con la misma textura en el mismo lugar.
Una tarde de lunes mientras Ana y algunos de sus hijos y nietos estaban en sus actividades diarias, llega una mujer a preguntar por ellos, con acento porteño y un adolescente quien la acompañaba. Un cara a cara que trajo consigo un silencio que se confundía con el viento. ¡Era Digna!, apareció 20 años de después, un abrazo interminable se dio entre madre e hija, la desesperanza quedó en el pasado y florecía la posibilidad de restaurar la familia.
Digna cuenta que cruzó a la Provincia de Misiones, allí creció y se crió, fue hasta Buenos Aires y formó una familia. Mientras más crecía le inquietaba las ganas de volver a abrazar a su madre, hacerle muchas preguntas y sanar las heridas causadas por la separación. Entonces llegó un día cuando dejó todo en el camino y volvió a Paraguay con la esperanza de encontrarla en la misma casa donde residían, y así fue, la aventura valió la pena.
Pero faltaba una pieza al rompecabezas, ¿Dónde estaba Reina?, lo único que se sabían de ella es que fue hasta Asunción y que de allí habría ido a Cordillera, un par de intentos de búsqueda fueron infructuosos y creían que no había posibilidad de encontrarla.
Hasta que llegó un día en que Reina encontró la posibilidad de reencontrarse gracias a la ayuda de la Policía Nacional a través de su base de datos. Buscó y encontró a sus hermanos cuyos nombres recordaba, contactó con ellos y en un par de días partió de Altos rumbo a Encarnación. El reencuentro se dio 35 años después.
Tanto Reina como Digna Estela coinciden que a pesar de estar separadas de su madre a consecuencia del criadazgo, el amor que sentían por ella era mucho más grande, tanto que sirvió para sanar heridas y que las motivó a buscar el anhelado reencuentro. Una búsqueda que lo hacían en forma simultánea, sin conocerse, con escasos datos y 1.500 kilómetros de distancia una de la otra.
Hoy Ana tiene 94 años y en su avanzada edad Dios le regaló la posibilidad de reencontrarse con sus hijas, habrán pasado noches enteras pensando que pasó de ellas, anhelando el reencuentro que finalmente se dio.
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