UNA ENCARNACENA PASÓ 20 AÑOS EN JAPÓN Y CUENTA SUS ANÉCDOTAS.

Tras pasar 20 años en el país oriental, una Encarnacena volvió y cuenta solo una pequeña parte de su experiencia en el lejano país oriental.

Beatriz Olmedo, tuvo la oportunidad de reunir recursos para viajar a Japón en el año 1991, momento en el que ese país demandaba mano de obra latinoamericana, fue mediante hermanas casadas con japoneses que decidió viajar para cambiar su vida y la de su familia.

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Beatriz quien en ese tiempo ya era madre de dos hijos aún menores, decidió dejarlos a cargo de la abuela materna y viajar. Comenta que al llegar tuvo mucho miedo de la cantidad de gente que veía por calles, “como hormigas” resaltaba ante este medio.

Lo que más le complicó fue el idioma, “allá los únicos idiomas que se usan son el japonés y el inglés, otro idioma no” acotó. Esto obligaba a que cada trabajador aporte parte de sus ganancias para contratar un traductor así ser asistidos ya que su primer trabajo fue junto a varios latinoamericanos.

“Fui cuando era el boom de los celulares allá, había varias secciones y yo estaba en la sección de pintura de la carcasas” explicó. Pero realizo todo tipo de trabajos como empaquetado de salmón, preparó de máquinas de juegos de azar y otros.

Allá la ley es el trabajo y la disciplina, la hora que se llega tarde se descuenta del salario, pero eso si se paga muy bien y por cada hora extra o días feriados aumenta el porcentaje de pago sobre el sueldo, según relató.

Beatriz trabajó en diferentes fábricas en Tokio, Kanagawa, Gunma Ken, Maebashi Takasaki, Ueno , Saitama Ken, estas son solo algunas ciudades que recorrió en sus años de estancia en aquel país.

Gracias a sus compañeros de trabajo japoneses aprendió el idioma, luego adquirió un automóvil para trasladarse a su trabajo logrando el registro de conducir japonés. Así fue progresando y hasta trabajó de taxista y guía turista en Japón.

La encarnacena encuentra grandes diferencias que van más allá del idioma o la comida, sino que se basan en la conducta del ciudadano japonés, donde todo se desarrolla en orden y respeto. Donde por ejemplo: No se ensucia la vía pública.

Tras retornar a Paraguay, hace un par de años, la misma acepta que le costó muchísimo adaptarse nuevamente al ritmo de Encarnación, donde falta mucho por aprender para salir adelante y todo depende de la ciudadanía.

Olmedo agradeció a los japoneses y señaló que gracias a los años de trabajo en aquel país pudo hacer estudiar a sus hijos, compró terrenos y dió una mejor calidad de vida a su madre.

Para despedirse dijo una palabras en japones en gratitud a los habitantes de aquel país.

Recordemos que este año se cumplen 100 años de las relaciones bilaterales entre la República del Paraguay y el Estado del Japón.

En diciembre pasado se presentó el logotipo oficial que representa esta hermandad.

Según La Nación, el logo oficial muestra los 100 años de las relaciones bilaterales de ambos países, siendo uno de los ceros, un círculo de Ñandutí, donde se observan en ella figuras humanas tomándose de las manos. El diseñador explicó que el diseño del Ñandutí representa la historia tejida entre ambos pueblos y que se seguirá tejiendo con el paso de los tiempos. Las figuras humanas tomándose de las manos, representan la unión de los pueblos paraguayos y japoneses. Finalmente, explica que el círculo rojo, representa el sol naciente, que se encuentra en el escudo de la bandera del Estado de Japón.


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