SOÑAR CON VOLVER: LA TRISTE REALIDAD QUE VIVEN ALGUNOS COMPATRIOTAS EN EL EXTRANJERO.

Con 60 años, a Rosa (nombre ficticio) ya le duelen los huesos. Pero sigue trabajando como empleada sin retiro en España, como hace 12 años. Ha pensando en volver a Paraguay, pero tiene miedo. Su familia la dejó sin nada.


*Imagen ilustrativa*

Poco tiempo después de llegar a Europa, su marido la engañó con otra mujer y rompieron la relación. Pero siguió enviando dinero cada mes para sus tres hijos. También para el pago del terreno donde edificaron su casa.

“Envié la cuota del último mes, que era de G. 2.009.000. Mi marido no pagó porque no envié esos nueve mil guaraníes”, recordó la mujer.

Tiempo después, la dueña de la propiedad murió. Otro hombre pagó por el terreno a los familiares y ellos fueron desalojados. “Fuimos a juicio, gasté millones pero no recuperamos la casa que yo construí”, dijo la compatriota.

Su esposo fue a vivir con su nueva pareja. El hijo mayor, de 27 años, fue quien empezó a administrar el dinero. Rosa enviaba G. 4.000.000 mensual, pero nunca era suficiente.

A pesar de que ya todos eran mayores de edad, presionaban a su mamá para que mande más plata e incluso le decían que estaban “pasando hambre”.

Casa nueva
En el mismo barrio, una casita se puso a la venta. Rosa se endeudó con sus patrones para conseguir el dinero, pero finalmente envió la plata y adquirieron la vivienda. El hijo mayor la registró a su nombre.

La mamá quería que por lo menos uno de sus “pequeños” se convirtiera en un profesional.

El del medio le prometió que iría a la universidad, pero le dijo que necesitaba una camioneta para su movilidad. Y Rosa le envió el dinero…

El joven solo fue a la facultad durante seis meses, luego abandonó los estudios. Poco tiempo después llamó a su mamá diciéndole que le habían robado el vehículo.

Maltrato
La compatriota supo en qué se habían convertido sus hijos cuando quedó sin empleo. Ellos la acusaban de gastar su dinero en hombres.

Rosa sigue girando dinero para mantener a sus hijos. Cuando no está trabajando se da el lujo de llorar porque no vive el progreso que soñaba.//FUENTE: EXTRA


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