HOMENAJE AL CADETE MARCOS AMARILLA ASESINADO EN 1988.

A 30 años de la trágica muerte del cadete Marcos Amarilla en el entonces Liceo Militar N° 2 Cnel. Juan Francisco López, actualmente Colegio Militar de Suboficiales del Ejército (COMISOE), ubicado sobre la Ruta N° 1 en el acceso al distrito de San Juan del Paraná, ex camaradas lograron la construcción de un monolito en memoria del finado.

La habilitación contó con la presencia de familiares, camaradas y el oficio religioso del sacerdote Pablo Linischuk, también parte de la remesa de Amarilla.

La historia del Cadete Amarilla, asesinado el 02 de junio de 1988 de un disparo de fusil consternó al país en aquel momento.

El ahora Concejal encarnaceno Andrés relató parte de lo que le tocó vivir tras la muerte de su compañero, estando en pleno servicio y la situación que llevó a una inédita sublevación de cadetes.
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El mismo comentó que “un grupo de cadetes acompañamos a nuestro camarada con rumbo a su última morada, la algarabía y el bullicio habitual de cualquier grupo de jóvenes estaba opacada, en el colectivo del Liceo reinaba el silencio y nos preguntamos, porque?, llegamos a Asunción al amanecer, el velorio se hizo en la casa de Marcos, en el Barrio Jara de Asunción y el entierro en el Cementerio del Este, allí despedimos a nuestro amigo con una guardia de honor. El viaje de vuelta fue más silencioso que el de ida, solo volvimos unos pocos, los que vivíamos en el sur, al llegar, forzamos la puerta de la “cuadra” (Dormitorio) y encontramos todo como había quedado en la fatídica noche e incluso, el gabán ensangrentado de Marcos, aun estaba en su cama. (Casualmente esa indumentaria militar, se la había obsequiado yo, porque compre de la Intendencia del Ejército otro nuevo)” resaltó.

El lunes volvimos a retomar las actividades habituales de un Liceo Militar. (05:00hs.) Diana, Desayuno, Formación, limpieza – Aulas (Enseñanza secundaria) – Almuerzo, descanso – Instrucción Militar – Deportes – Casino (Esparcimiento), Cena, Retreta. Estudios en la Aulas y Descanso nocturno. (22:00hs.). No se comentaba otra cosa que la muerte de Marcos, nos preguntábamos el motivo, pues Marcos, Asunceno del barrio Jara, venía del Colegio Experimental Paraguay – Brasil, venía de una familia bien constituida, su madre es Médica y su padre Militar, en su corta vida había viajado por el mundo y conocía varias ciudades de Europa. Era vivaz y extrovertido, era amigo de todos, rubito, menudo, de estatura mediana, cuando ingresó al liceo, siendo casi un niño, parecía un «pequeño patito» y justamente así le decíamos “Pato”. En síntesis, no encontrábamos un motivo válido para tan drástica decisión. A la misma conclusión llegaron sus padres, su madre médica no vio el tatuaje, consecuencia de un disparo, se lo comentó a su padre.

Morel recordó que “Las sospechas surgieron dentro del Liceo, el Comandante del Cuerpo de Cadetes nos reunió y nos dio una arenga diciendo que elementos extraños a la institución querían dañar al estamento Militar y usarían el “Suicidio” de Marcos para lograr sus objetivos y apeló al sentido de pertenencia y el cariño que le teníamos a nuestra institución, instándonos a defenderla de las “injurias” que surgían fuera de los muros del Liceo Militar. El Gral. de Div. Gerardo Johansen, Jefe del Comando de Institutos Militares de Enseñanza (CIME), solicitó la instrucción de un sumario en averiguación de los hechos a la Suprema Corte de Justicia Militar recién el 7 de Junio, coincidentemente con la denuncia hecha por la madre del cadete Marcos Amarilla ante el Ministerio Público”.

El 14 de Junio de 1988, los familiares solicitaron una necropsia, exhumaron el cuerpo de Marquitos y constataron lo que sospechaban: la muerte fue ocasionada por una herida de arma de fuego a la altura de la cabeza con orificio de entrada en el lado izquierdo y salida en el lado derecho, resaltando que la trayectoria del proyectil venía de izquierda a derecha y de “ARRIBA para ABAJO”, además no tenía el tatuaje de pólvora en la mano; participaron en esta autopsia y luego en la segunda realizada el 3 de Agosto los médicos militares: Walter Schulsz, Reinerio Martínez, Miguel Ferreira Galeano, Hugo Gimenez Insfrán, Enrique César Pin y el médico Rubén Darío Ávila, no perteneciente al estamento militar.

Además se realizó la pericia balística hecha en una Unidad Militar que aportó datos concluyentes: Señala por ejemplo que la herida pudo haber sido causada por un disparo de fusil o un revolver calibre 44 desde una distancia no menor de 4 metros y mayor de 8 metros.
También se analizó la nota encontrada en el casillero de Marcos y los peritos caligráficos Nery Aurelio Aguirre, Juan de Dios Sosa Soubie, Migdonio Fidel Ramírez concluyeron que la misma era falsa y no correspondía a la letra del cadete Marcos Amarilla. Con estos informes la teoría del suicidio quedó totalmente descartada.

La presión de los padres, con ayuda de la prensa y personas de buena voluntad hicieron que dentro del Liceo Militar se forme una Comisión investigadora presidida por el Tte Cnel Domingo Ocampos (quien luego sería sindicado como principal sospechoso del macabro asesinato). El sistema de investigación llevado a cabo en las madrugadas, la detención e incomunicación de importante grupo de cadetes (números y Jefes de guardia; encargados de pelotón, etc). La presunción de torturas, los sonidos “extraños” provenientes de la zona de interrogatorios, la prohibición de salidas de franco y la indignación general por la muerte del cadete Marcos Amarilla, desembocaron en una insurrección armada por parte de los cadetes del Liceo Militar. La unidad sería intervenida por Investigadores de la Justicia Militar, bajo la dirección de los Coroneles Víctor Butlerov y Luis Gatti, detalló Andrés Morel sobre este caso que asegura caló hondo en la adolescencia de todos quienes prestaron servicio en ese tiempo en el Liceo.


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