DE NIÑOS TRABAJADORES EN LA CALLE A GRANDES MÉDICOS

DE CHICOS. Agustín vendía diarios y ahora es cardiólogo, Pedro era lustrabotas y hoy es especialista en imágenes y Óscar terminó su Facultad vendiendo caramelos, ahora es pediatra. Trabajaban frente al viejo Clínicas

Agustín, Pedro y Óscar se conocieron y se hicieron amigos frente al ex Hospital de Clínicas, en Sajonia, cuando eran niños.

Siempre se encontraban allí pues vendían cosas para llevar el pan diario a sus casas. Agustín era canillita, Pedro lustrabotas y Óscar vendía caramelos y lavaba los autos de los profesores y estudiantes de la Facultad de Medicina.

Como todo niño, empezaron a soñar. Al ver pasar a esos señores de bata blanca siempre se decían entre ellos que alguna vez también estarían vestidos de blanco laburando en un hospital para salvar vidas. “Aunque sea de chipero vamos a vestirnos de guardapolvos”, bromeaban.

Lo que sus padres y abuelos no imaginaban es que no se trataba de ningún sueño más para ellos. Tenían una determinación bien clara: ser médicos cueste lo que les cueste.

Y así fue, pues hoy son grandes especialistas: Agustín es cardiólogo, Pedro especialista en imágenes y Óscar es pediatra.

El doctor Agustín Saldívar (60), recuerda aquel tiempo como si fuera ayer. Cuando tenía nueve años falleció su mamá, quien se dedicaba a la venta de diarios, por lo que se tuvieron que quedar él y su hermano Juan a cargo del puestito, mientras que su padre se dedicaba a la música.
“Yo me despertaba a las 3 de la mañana, me subía sobre mi bicicleta y ya me iba a retirar periódicos”, relató. Desde chico él soñaba con ser un gran doctor. Sabía que su papá no tendría los recursos suficientes para pagarle los gastos, por eso desde temprano, por muchos años ahorró para que cuando llegue el momento pueda sustentar él sus gastos.

El doctor Saldívar está como cardiólogo en el Hospital de Clínicas, Del Cáncer, Traumas y otros centros de salud públicos y privados. Siempre suele ver a jóvenes como él frente a los hospitales queriendo salir adelante.

Ahí aprovecha para dar las palabras de aliento a estas personas contando su testimonio y lo que pudo lograr. Al igual que él, su hermano menor, Juan, siguió sus pasos y ahora es médico cirujano.

EGRESADOS

Los tres son egresados de la Universidad Nacional de Asunción, ya que prácticamente era la única en nuestro país.

EN CONTACTO

Siempre se encontraban los tres y compartían lo que tenían para comer. Hoy se comunican por teléfono.

“Mamá nos enseñó primero a trabajar y después estudiar”
Viendo el ejemplo de su madre, doña Juana, que trabajaba de cuidadora en un colegio, el doctor Pedro Benítez (61), en su niñez decidió ayudarla lustrando zapatos frente al ex Hospital de Clínicas. “Mi mama nos enseñó primero a trabajar y después a estudiar, no era estudiar y después trabajar como suele ser ahora”, relató.

“Eramos unos niños, pero ya entendíamos de responsabilidades. Mi papá murió cuando estaba en la panza de mi madre en un accidente con un hermano mío. Y quedé yo y una hermana mayor que también fue profesional (ya murió)”, contó.

En los últimos años de colegio consiguió trabajo en la sala de rayos del Hospital de Clínicas. “Entré como anotador, anotaba los datos de los pacientes. Luego un día un profesor me dice que quería que aprenda a hacer radiografía, y me enseñó y me empezó a gustar”, siguió.

Ya cuando Pedro terminó su secundaria, decidió estudiar Medicina e intentó en el cursillo de la UNA, e ingresó. Siguió trabajando en el nosocomio y hoy es especialista en imágenes. Es docente en la UNA de Itapúa, está como médico en IPS Hernandarias y tiene un centro de diagnóstico propio.

“Vendí caramelo hasta el último año de Medicina”

Óscar Gutierrez (56), hoy es pediatra en el Hospital Regional de Villarrica e IPS de la misma localidad. Él no solo vendía caramelos frente al Hospital de Clínicas sino que en días de fútbol iba frente al estadio Defensores del Chaco los domingos a vender sus golosinas. “Empecé desde chiquitito con mi abuela, porque crecí con ella y vendí hasta mi último año de Medicina por las noches”, recordó.

Aparte de vender caramelos también le lavaba los autos a los profesores. “De todo hacía para poder ganarme la vida. Yo trabajé desde los 9 años y la que siempre me apoyó fue mi abuela, me daba ánimos y de lo que yo vendía me daba para mi pasaje y mis materiales”, dijo.

Recordó que sus fieles amigos eran Agustín y Pedro. “Nosotros soñábamos y éramos bastante sacrificados. Antes se estudiaba duro y ahora por ejemplo se dice que si es que trabajas no podés estudiar Medicina. Eso es mentira, porque ahora es más liviano que antes, si nosotros pudimos en aquel momento claro que el que quiere y se propone va a poder”, aseguró. El doctor Óscar viajó becado a otros países varias veces y logró otras especializaciones. //CRÓNICA



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